Lo dijimos cuando se aprobó en 2012. Nada peor para incentivar a los contribuyentes que cumplen que una amnistía fiscal. No solo fue un aval para los defraudadores sino un jarro de agua fría para los cumplidores.
La carta remitida a los 30.000 beneficiarios de la amnistía fiscal supone un intento de corrección de lo que en su día fue una chapuza. Los defraudadores que lavaron su dinero no solo no pagaron el 10% de peaje que se había previsto sino que tributaron apenas una media del 3%. Una vergüenza.
No sé si ahora se reparará o no el desaguisado, pero, aun estando totalmente en contra de la medida, hay que tener en cuenta que esta carta y las supuestas investigaciones que se puedan derivar de la misma rompen un compromiso. Quienes se acogieron a esta ventaja lo hicieron porque quedaban libres de futuras inspecciones por el patrimonio aflorado.
Seguro que cuentan con suficientes recursos para buenos abogados. No sería de extrañar que ganen el pleito y que la seguridad jurídica española quede (otra vez) tocada.
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