La Agència Tributària de Catalunya (ATC) tiene un plan. Como lo tiene cualquier administración tributaria. Pero en ese caso introduce alguna novedad, que puede incluso resultar chocante.
Una de ellas es la posibilidad de crear una especie de etiquetado de "buen contribuyente" o de "empresa fiscalmente responsable" en el caso de las compañías. A falta de más detalles, la idea resulta sorprendente ¿Qué se entenderá por buen contribuyente? ¿El que se limita cumplir con sus obligaciones? ¿Aquel que paga de más? ¿El que no teniendo que tributar lo hace en aras del bien común?
El plan esboza la posibilidad de que estos colectivos tuvieran "ventajas a la hora de relacionarse con la administración pública" ¿Qué significa eso? ¿Descuentos? ¿Trato de favor?
Como el objetivo es implantar esta medida en el 2017 o 2018 aún le queda tiempo a la Administración para vestir y aderezar esta propuesta que, según el plan, tiene como meta "dar un motivo adicional que fomente el cumplimiento por parte de los contribuyentes menos cumplidores relacionado con su imagen pública".
En cierta medida parece una lista, como la que el Gobierno central quiere publicar de contribuyentes morosos y afectados por sentencias de delito fiscal, pero en este caso, de los que cumplen. Pero la clave --insisto-- es ¿qué se entiende por buen contribuyente? ¿No sería más eficiente dar a conocer la lista de quienes defraudan? ¿Tan pocos contribuyentes cumplidores hay que se les puede galardonar y singularizar con una distinción y ofrecerles además servicios específicos y especiales? No lo entiendo.
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